Respaldo a la gente, no a la energía, en Oriente Medio y Norte de África

Por Masood Ahmed, Director, Departamento de Oriente Medio y Asia Central
27 de marzo de 2013

De todas las regiones del mundo, Oriente Medio y Norte de África es la que más se apoya en los subsidios energéticos generalizados. En los países con abundantes recursos energéticos, los gobiernos ofrecen subsidios a la población como manera de compartir las riquezas naturales. En los países de la región que importan energía, los gobiernos usan los subsidios para ofrecer a la población cierto alivio frente al elevado nivel de los precios de las materias primas, especialmente porque las redes de protección social suelen ser débiles.

El interrogante es: esta política bien intencionada de protección social, ¿es la mejor manera de canalizar la ayuda hacia los sectores más vulnerables? ¡La respuesta es negativa!

Plan costoso y perjudicial

Los subsidios energéticos son muy costosos, explícita e implícitamente. En 2011, ascendieron a US$240.000 millones, aproximadamente; es decir, más de 8,5% del PIB regional. Especialmente en los países de la región que son importadores de petróleo, los subsidios consumen gran parte del presupuesto público, lo cual se traduce a menudo en un nivel más alto de déficit y deuda.

Además, existe un claro costo de oportunidad: gastar dinero en subsidios energéticos significa limitar la inversión valiosa en otro sector. Ámbitos como la atención de la salud, la enseñanza o la infraestructura que son fundamentales para mejorar las perspectivas económicas a largo plazo de la región pueden quedar fácilmente descuidados, y eso atenúa el crecimiento.

Además, tanto en los países exportadores de petróleo como en los importadores, los subsidios energéticos son sumamente inequitativos. No hay duda de que el grueso de los beneficios lo recibe la población más acomodada, que es la que consume más energía; es decir, la gente con automóviles, viviendas climatizadas y electrodomésticos.

Los subsidios energéticos también tienen otros efectos perniciosos para la economía. Cuando algo es barato, la gente tiende a comprar más de lo que necesita, y eso conduce a un exceso de consumo y un mayor índice de contaminación.

Además, los subsidios pueden reducir las utilidades de las empresas de energía o causarles pérdidas; entonces, hay menos probabilidades de que inviertan en el sector energético y es posible que se produzca un déficit de energía. Y los subsidios estimulan el tipo de inversión que exige grandes capitales, no el que genera empleo.

A pesar de los numerosos argumentos sólidos a favor del desmantelamiento de los subsidios energéticos, en la práctica no ha sido fácil lograrlo. Los intentos de reforma se topan con la resistencia de intereses creados y de hogares que no están convencidos de que el gobierno vaya a usar con prudencia los recursos ahorrados.

Ahora bien, ¿qué puede hacer un gobierno para reformar los subsidios energéticos una vez que los consumidores se han acostumbrado a recibirlos?

Romper el hábito del subsidio

Para tener éxito, los gobiernos deben planificar con cuidado la reforma de los subsidios y asegurarse de que los segmentos más vulnerables de la población no sufran efectos indebidos. El FMI acaba de completar un examen de 22 estudios de países que reformaron los subsidios energéticos. Los resultados variaron, pero sugieren que los ingredientes fundamentales son seis:

Un plan de reforma exhaustivo del sector energético. El plan debe incluir objetivos a largo plazo claros, una evaluación del impacto y consultas con los afectados.

Una buena estrategia de comunicación. Una sólida campaña de comunicación ayuda a dejar claro el cambio y atraerle apoyo, y debe mantenerse activa a lo largo de todo el proceso de reforma, haciendo hincapié no solo en el costo de los subsidios sino también en los beneficios de la reforma.

Medidas para compensar a los pobres. Es crucial resarcir desde el comienzo a los más afectados por la eliminación de los subsidios. Hay muchas maneras de subsidiar a los pobres: subsidiando los alimentos que consumen, centrándose en las regiones en las que viven o proporcionándoles tarifas básicas y transferencias de efectivo.

Escalonamiento de los aumentos de precios. Escalonar los aumentos de precios y organizarlos en distinto orden según el producto energético puede ser útil. Un aumento demasiado fuerte de los precios de la energía puede engendrar una oposición encarnizada. El escalonamiento les permite a los particulares y a las empresas adaptarse, y al gobierno reforzar las redes de protección social.

Mayor eficiencia de las empresas estatales para reducir los subsidios a los productores. Las empresas estatales —sobre todo las de electricidad— suelen recibir recursos presupuestarios sustanciales para compensar las ineficiencias de la producción, la distribución y el cobro. Mejorando su eficiencia operacional se puede afianzar su situación financiera y reducir la necesidad de subsidios.

Despolitización de la fijación de precios. Para que las reformas sean duraderas, es necesario despolitizar el mecanismo de fijación de precios de la energía y permitir que las fluctuaciones de los precios mundiales se trasladen a los precios internos. Los mecanismos automáticos pueden reducir las posibilidades de que se eche atrás la reforma y las reglas se suavización de los precios pueden contribuir a evitar que los precios sufran grandes variaciones.

Los conocimientos técnicos del FMI pueden ayudar

El FMI puede ser un socio crítico para realizar reformas de los subsidios capaces de activar el crecimiento, reducir la desigualdad y contribuir al medio ambiente.

El FMI puede ayudar a justificar la reforma de los subsidios exponiendo su verdadero costo y brindando —en colaboración con el Banco Mundial y otras partes interesadas— los conocimientos técnicos necesarios para organizar su eliminación, reforzar redes de protección social focalizadas y establecer mecanismos automáticos para suavizar la fluctuación de los precios, al mismo tiempo que se protege el presupuesto público. Asimismo, puede compartir las lecciones aprendidas por otros países.

El asesoramiento del FMI puede ayudar a los países a liberar espacio fiscal para preservar o expandir la inversión y el gasto social, un objetivo crucial de muchos países de la región —particularmente los que se encuentran en transición— cuyos gobiernos deben brindar un mejor respaldo a la ciudadanía pero se enfrentan también a una situación fiscal difícil.

Respaldo a la gente

Los retos socioeconómicos que enfrentan muchos países de la región ponen de relieve el deseo general de cambiar las cosas y adoptar nuevas políticas socioeconómicas. Abandonando los subsidios energéticos para brindar respaldo a la población se podría responder mejor a las necesidades sociales de la región, promover la inversión, eliminar distorsiones, potenciar el capital humano y crear puestos de trabajo.

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