"Promovamos el crecimiento hoy, mañana, juntos," por Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI

9 de abril de 2015

Por Christine Lagarde
Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Atlantic Council, 9 de abril de 2015

Texto preparado para la intervención

¡Buenos días!

Gracias, amigo Fred Kempe, por su gentil presentación.

Gobernador Huntsman, gracias a usted y al Atlantic Council por esta oportunidad de dirigirme a tan distinguido público.

Esta institución está reconocida por su excepcional capacidad para congregar a las máximas autoridades internacionales de ambos lados del Atlántico, algo que tiene en común con el FMI.

La semana próxima, los presidentes de los bancos centrales y los ministros de Hacienda de nuestros 188 países miembros llegarán a Washington para asistir a nuestras Reuniones de Primavera. Su atención estará centrada en el estado de la economía mundial.

Desde las Reuniones Anuales que celebramos el otoño pasado, ha habido una serie de novedades importantes. La economía mundial se ha beneficiado del estímulo generado por el abaratamiento del petróleo y del sólido desempeño de la economía más grande del mundo, Estados Unidos. En términos generales, los riesgos macroeconómicos se han atenuado.

De modo que la recuperación mundial continúa, pero es moderada y desigual. En demasiadas partes del mundo, no es suficientemente vigorosa. En demasiadas partes del mundo, la gente no la siente en forma suficiente. Y, además, los riesgos financieros y geopolíticos han recrudecido.

No es que el crecimiento global sea bajo: el del año pasado, de 3,4%, es más o menos el promedio de las tres últimas décadas. Es que, dado el efecto que han tenido en la gente las secuelas de la Gran Recesión —por ejemplo, un desempleo juvenil de 50% en algunos países—, ese nivel de crecimiento sencillamente no basta.

Hace seis meses, advertí sobre el riesgo de una “nueva mediocridad”; o sea, una baja tasa de crecimiento durante mucho tiempo. Hoy, debemos evitar que esa nueva mediocridad se transforme en la “nueva realidad”.

No podemos conformarnos. No debemos conformarnos.

Inspirado por los ideales de la cooperación transatlántica, John F. Kennedy una vez dijo:

Actuar acarrea riesgos y costos. Pero mucho menos que los riesgos a largo plazo de quedarse cómodamente cruzados de brazos.

Quedarnos cómodamente cruzados de brazos es lo que debemos evitar. Y de eso quiero hablarles hoy.

i) Cómo promover el crecimiento hoy aprovechando todos los instrumentos y el margen de maniobra de las políticas con más eficacia.
ii) Cómo promover el crecimiento mañana y evitar así una nueva mediocridad.
iii) Cómo trabajar juntos para afianzar la arquitectura financiera internacional, impulsar el desarrollo y lograr un crecimiento más inclusivo y sostenible.

1. Promover el crecimiento hoy

Permítanme comenzar recapitulando la situación de la economía mundial y el reto inmediato de promover el crecimiento hoy. La semana próxima publicaremos el informe Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), así que no entraré hoy en gran detalle sobre las tendencias y las recomendaciones de política económica.

Como indiqué antes, el crecimiento sigue siendo moderado; es más o menos igual al del año pasado.

El desempeño de las economías avanzadas es ligeramente superior al del año pasado: la recuperación se está afianzando en Estados Unidos y el Reino Unido. Las perspectivas de la zona del euro están mejorando, gracias al respaldo que ha brindado la expansión monetaria lanzada por el Banco Central Europeo (BCE).

Los pronósticos para la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo han empeorado ligeramente respecto del año pasado, y una de las principales causas ha sido la caída de los precios de las materias primas. Aunque estas economías aún generan más de dos tercios del crecimiento mundial este año, existe una tremenda diversidad dentro del grupo. Por ejemplo:

  • India es un foco de crecimiento.
  • China se está desacelerando, pero su crecimiento es más sostenible.
  • África subsahariana continúa con un sólido desempeño.
  • Rusia, por otra parte, está sufriendo dificultades económicas.
  • Brasil también se está estancando.
  • Y muchas partes de Oriente Medio están plagadas de turbulencia política y económica.

Por lo tanto, no debemos pensar en las economías emergentes como un grupo uniforme. Cada país se enfrenta a circunstancias muy específicas; algunas más fáciles, otras más difíciles.

¿Cuáles son las implicaciones?

Con un crecimiento global moderado, la economía mundial sigue enfrentándose a una serie de retos significativos. Por ejemplo, en una serie de economías avanzadas persiste lo que he denominado el escenario “doble bajo, doble alto”; es decir, el riesgo de una baja tasa de crecimiento y un bajo nivel de inflación combinados con alto endeudamiento y alto desempleo.

No cabe duda de que es necesario emplear todos los instrumentos y el margen de maniobra de política, empezando por apuntalar la demanda.

Es necesario mantener la orientación acomodaticia de la política monetaria, especialmente en la zona del euro y Japón. También es necesario calibrar la política fiscal en función del vigor de la recuperación, sin perder de vista la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo.

Asimismo, las políticas de respaldo a la demanda podrían ser más eficaces. Por ejemplo:

  • Desatascando los canales a través de los cuales funcionan la distensión monetaria y la política fiscal en la zona del euro. Es crucial contar con regímenes de insolvencia eficaces para corregir el sobreendeudamiento privado y lidiar con la masa total de €900.000 millones de préstamos en mora que está obstruyendo los canales de crédito.
  • En Japón, las autoridades deben sustentar el ímpetu de la segunda y la tercera “flechas” —a saber, la consolidación fiscal y las reformas estructurales— para que la primera flecha —la distensión monetaria— pueda surtir el efecto deseado de estimular la inflación y el crecimiento.
  • Al recortar los subsidios energéticos aprovechando la caída de los precios del petróleo, las economías emergentes y en desarrollo importadoras de petróleo podrían ahorrar, en promedio, un 1% del PIB en 2015, y reasignar esos recursos a inversiones propicias para el crecimiento; por ejemplo, en infraestructura, educación y salud.

Estas son algunas de las dimensiones macroeconómicas. Pasemos ahora a las que tienen que ver con la estabilidad financiera.

En pocas palabras, los riesgos para la estabilidad financiera mundial se están agudizando. Un entorno de crecimiento caracterizado por la “nueva mediocridad” no es favorable para la estabilidad financiera.

Los riesgos financieros pueden haber disminuido en algunos ámbitos, pero en otros también se han desplazado; por ejemplo, del sector bancario al no bancario, y de las economías avanzadas a los mercados emergentes.

Pensemos en los efectos colaterales negativos de las tasas de interés muy bajas —o incluso negativas— derivadas de las políticas monetarias acomodaticias que fue necesario adoptar. Estas tasas promueven una mayor tolerancia al riesgo entre los inversionistas, lo cual puede conducir a sobrevaluaciones. Y si las tasas de interés se mantienen bajas, pueden crear problemas de solvencia para las empresas de seguros de vida y los fondos de pensiones de prestaciones definidas.

O pensemos en las amplias fluctuaciones de los tipos de cambio ocurridas en los últimos tiempos. En los últimos seis meses, el dólar de EE.UU. se apreció 12% en términos reales frente a una cesta de importantes monedas.

Naturalmente, algunos países en condiciones macroeconómicas más difíciles y con un margen de acción más limitado en términos de política económica se beneficiaron de la relativa depreciación de la moneda. En otros, que tienen elevados volúmenes de deuda denominada en moneda extranjera, estas fuertes fluctuaciones pueden ser desestabilizantes. Ese es el caso especialmente de las empresas de economías de mercados emergentes que se encuentran atrapadas entre un dólar de EE.UU. fuerte, la caída de los precios de las materias primas y el encarecimiento de la deuda, y que posiblemente no hayan tomado recaudos para protegerse.

Estos riesgos quizá sean manejables individualmente, pero también tenemos que lidiar con una disminución estructural de la liquidez del mercado. Esto se debe, más que nada, a la reciente reestructuración de la industria de la gestión de activos en las economías avanzadas, que ha creado un descalce de vencimientos entre activos y pasivos. La consecuencia es que la liquidez puede evaporarse rápidamente si se produce un éxodo masivo, lo que podría generar trastornos cuando, por ejemplo, la Reserva Federal comience a subir las tasas a corto plazo.

Esta nueva configuración de riesgos financieros pone de relieve la importancia de afianzar las políticas financieras:

  • A nivel mundial, significa garantizar la liquidez del mercado en momentos de tensión, mejorando las políticas macro y microprudenciales del sector no bancario y poniendo en práctica el programa de reforma regulatoria, especialmente de las instituciones demasiado grandes para quebrar.
  • Y a nivel de país significa restringir la asunción excesiva de riesgos y manejar las vulnerabilidades que ya existen. 

Nuevamente, si bien la lista de medidas adecuadas debe adaptarse a cada país, este conjunto general de políticas puede ayudarnos a promover el crecimiento hoy.

¿Qué decir del crecimiento de mañana?

2. Promover el crecimiento mañana

Esta es la gran cuestión: mientras el crecimiento actual sea moderado, también lo serán las perspectivas a mediano plazo.

Tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes, el crecimiento potencial está siendo revisado a la baja. Esto se debe en gran medida a las duraderas secuelas de la crisis financiera, pero también a los fenómenos subyacentes de los cambios demográficos y la menor productividad.

Para evitar que esta “nueva mediocridad” se convierta en una “nueva realidad”, las reformas estructurales tienen que ir de la mano de políticas macroeconómicas y financieras para elevar la confianza y generar inversión. Y la verdad es que en demasiados países estas reformas han estado rezagadas.

Las reformas estructurales abarcan una amplia gama de políticas; algunas reformas tienen un efecto más inmediato en la demanda, otras inciden en el lado de la oferta y demoran más en dar fruto.

Hay un conjunto de reformas que se sitúan en el punto de intersección de la demanda y la oferta: la inversión en infraestructura. Nuestros estudios demuestran que al promover la inversión eficiente en infraestructura se puede transmitir un fuerte ímpetu al crecimiento tanto a corto como a largo plazo.

Otras reformas, como las de los mercados de trabajo, productos y servicios, tienden a surtir efecto a lo largo de un horizonte más prolongado. Pero no dejan de ser esenciales para fomentar la productividad y la innovación, factores que a su vez pueden ser poderosos antídotos contra el impacto del envejecimiento de la población.

Investigaciones recientes del FMI ponen de relieve las prioridades y las ventajas que se lograrían en los ámbitos de crecimiento de la productividad, participación en la fuerza laboral y comercio.

Por ejemplo, para revertir el descenso del crecimiento de la productividad en las economías avanzadas es necesario reducir las barreras que dificultan la entrada a los mercados de productos y servicios.

  • Nuestra investigación demuestra, por ejemplo, que al mejorar la asignación de mano de obra y capital entre los diferentes sectores es posible elevar significativamente la productividad total de los factores.
  • Otro ejemplo está en los posibles beneficios de ampliar el acceso de las pequeñas empresas al financiamiento:
    • En Europa, las pequeñas y medianas empresas —que representan casi el 100% de los 20 millones de empresas no financieras, y casi dos terceras partes del empleo— son responsables de una proporción de los préstamos en mora 50% mayor, en promedio, que la proporción que les corresponde a las empresas más grandes. No cabe duda de que situar al sector de la pequeña empresa en una base más firme arrojaría importantes beneficios.
    • En China, las pequeñas empresas desempeñan un papel crucial en la economía en términos de producto, empleo, ingresos tributarios e innovación. No obstante, el acceso al financiamiento sigue siendo un obstáculo clave, que el gobierno está tratando de resolver.
  • Las economías de mercados emergentes como Indonesia y Rusia pueden conseguir aumentos de la productividad flexibilizando los límites de la inversión y mejorando el clima de negocios. En otros países, como Brasil, India y Sudáfrica, la atención ha de centrarse en reformas de la educación y los mercados de trabajo y productos.
  • Y en los países de bajo ingreso, Oriente Medio y Asia Central, las mejoras en los ámbitos de la gestión de gobierno y la inclusión financiera ayudarán a sentar las bases para un sector privado pujante.

Otro importante conjunto de medidas es necesario para eliminar barreras a la participación en la fuerza laboral, que es crucial para combatir la desigualdad y garantizar un crecimiento de amplia base. Por ejemplo:

  • En Japón y la zona del euro aún existen demasiados desincentivos tributarios.
  • En demasiados países persisten desigualdades jurídicas, que en particular crean obstáculos a una mayor participación de la mujer en la economía.
  • Se estima que la reducción de la brecha de género en un 25% durante el próximo decenio, una de las metas clave de la estrategia de crecimiento del G-20, generaría unos 100 millones de empleos adicionales de aquí a 2025. Esto imprimiría un enorme estímulo al crecimiento y también a la reducción de la pobreza y la desigualdad.

Y por último, a escala mundial hay ventajas potencialmente enormes que se podrían aprovechar mediante una mayor reforma del comercio e integración.

  • El comercio ha sido el principal propulsor del progreso económico en los últimos 30 años, pero 2015 probablemente será el cuarto año consecutivo en que el comercio registre un crecimiento inferior al promedio.
  • Los recientes esfuerzos son positivos, como por ejemplo el acuerdo que la Organización Mundial del Comercio (OMC) alcanzó en Bali, en virtud del cual se reducirían los costos del comercio y se generaría un impulso económico anual de US$1 billón.
  • No debemos conformarnos con esto, sino que más bien debemos ir más allá: el comercio sigue siendo un motor esencial para la economía mundial, al promover el crecimiento, crear empleo y conjurar la nueva mediocridad.

Es cierto, la economía política de estas reformas es complicada, y también es cierto que implica decisiones y sacrificios difíciles que dejarán ganadores y perdedores a corto plazo.

Pero a la larga, todos saldremos ganando.

3. Mejorar la manera de trabajar juntos

¿Cómo podemos ganar? Trabajando juntos.

Una vez más, me llama la atención cómo las acciones para impulsar el crecimiento son cada vez más específicas para cada país, y a la vez comprenden múltiples facetas y están interconectadas. El desafío para las autoridades en todo el mundo consiste en combinar las políticas necesarias para estimular el crecimiento hoy en día con aquellas que refuerzan las perspectivas para el futuro, y en aprovechar las iniciativas nacionales para el beneficio de la comunidad mundial.

Suele suceder que lo que es bueno para un país también lo es para la comunidad internacional.

  • Si los países afianzan sus bancos, por ejemplo, no solo les será útil a ellos, sino que también esta medida reforzará el sistema financiero mundial.
  • Si los países son precavidos y se protegen contra los riesgos de las variaciones cambiarias y la volatilidad, no solo protegerán sus propios sectores financieros sino que también apuntalarán la estabilidad financiera mundial.
  • Si los países adoptan políticas benignas para el clima, eso beneficiará a sus poblaciones pero también contribuirá a reducir las emisiones mundiales.

Es por estas razones que necesitamos un sistema multilateral abierto y resistente que pueda aprovechar estas ventajas a escala nacional y que ayude a evitar incongruencias que puedan dar lugar a efectos de contagio negativos. En un mundo sumamente interconectado, en el que están surgiendo nuevos y dinámicos ejes de poder político y económico, sencillamente no queda más alternativa que aprovechar lo que he denominado el “nuevo multilateralismo”.

¿Qué se debe hacer?

Los países de mercados emergentes y en desarrollo deben tener más peso y representación en las instituciones económicas mundiales, a fin de reflejar la nueva realidad de sus aportes y responsabilidades dentro de la economía mundial.

El propósito de la reforma de 2010 sobre el régimen de cuotas y la estructura de gobierno del FMI es ayudar a alcanzar este objetivo. Prácticamente todos nuestros países miembros están de acuerdo, y ahora solo estamos a la espera de la ratificación por parte del Congreso de Estados Unidos. El plazo se ha cumplido, pero no nos hemos dado por vencidos, y los países miembros actualmente están considerando medidas provisionales que nos acerquen al objetivo final.

Algunas de las medidas adicionales para hacer más resistente la arquitectura financiera internacional son las siguientes:

  • Reforzar la cooperación con mecanismos e instituciones regionales, como por ejemplo el nuevo Banco Asiático de Inversión e Infraestructura.
  • Ampliar el papel del DEG como activo de reserva internacional y facilitar la integración de los mercados emergentes dinámicos en la economía mundial.
  • Afianzar los recursos del FMI, lo cual también guarda relación con la reforma de las cuotas.

Como resultado, el sistema monetario internacional se verá reforzado y se tornará más estable.

¿Y el sistema de desarrollo internacional?

En este sentido, 2015 es un momento especial: una oportunidad para marcar una diferencia tangible en las vidas de muchas personas en el mundo, en especial los más pobres.

La agenda contiene tres temas de importancia crítica:

  • Financiamiento para el desarrollo.<.li>
  • Los nuevos “objetivos de desarrollo sostenible”, u ODS (que sucederán a los ODM).
  • Cambio climático.

El FMI es un socio comprometido con esta iniciativa. Tengo previsto analizar con nuestros países miembros la próxima semana lo que el FMI puede aportar en sus tres esferas de especialización:

  • En primer lugar, financiamiento. Ya hemos realizado un “primer pago” al contribuir recientemente con US$390 millones para los países afectados por el ébola, incluidos US$100 millones en alivio de la deuda en el marco del nuevo Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes. Además, estudiaremos la posibilidad de ampliar el acceso de los países miembros más pobres a los recursos del FMI.
  • En nuestra segunda esfera de especialización, asesoramiento y análisis en materia de políticas (supervisión), seguiremos ayudando a nuestros países miembros brindándoles apoyo esencial en lo que respecta a la movilización de recursos internos, el desarrollo del mercado de capital y la inversión extranjera directa. Asimismo, haremos más hincapié en cuestiones macroeconómicas esenciales, como la desigualdad y la participación de la mujer en el mercado laboral, así como la reforma de los subsidios a la energía y los impuestos al carbono. Todos sabemos que “es el momento justo para encontrar el precio justo”, y esto puede ayudarnos a hacer lo correcto en materia de cambio climático.
  • Nuestra tercera esfera de especialización es el fortalecimiento de las capacidades y la asistencia técnica. Estamos ampliando nuestros servicios en este campo, por ejemplo, a través de nueve centros regionales de asistencia técnica y siete centros regionales de capacitación ubicados en África, Asia, América Latina y Oriente Medio. También estamos incrementando nuestra oferta de cursos abiertos masivos en línea (MOOC, por sus siglas en inglés), que ya cuentan con 10.000 participantes y 5.400 graduados. Además, a modo de contribución específica para la iniciativa de 2015, analizaremos formas de potenciar nuestras actividades de fortalecimiento de las capacidades en los Estados frágiles.

Conclusión: Ahora es el momento

Como señalé, la única manera de lograr esto es trabajando juntos.

Esto se aplica a todos los aspectos a los que me he referido: desde el crecimiento más vigoroso hoy en día, al mejor crecimiento mañana; desde un sistema monetario internacional más resistente, a un sistema de desarrollo internacional más robusto; desde el mundo en el que vivimos hoy en día, al mundo que podemos crear para el futuro.

El éxito dependerá de un compromiso renovado con los principios de la cooperación internacional que tanto nos han ayudado a la hora de hacer frente a los grandes desafíos mundiales. Necesitamos con urgencia este nuevo multilateralismo para fomentar el crecimiento y generar confianza en nuestro futuro compartido.

Hoy comencé con una cita de un gran defensor de la cooperación transatlántica de este lado del océano, el Presidente Kennedy. Permítanme concluir con un eco proveniente del otro lado del océano. Winston Churchill una vez dijo:

“Nunca me preocupa la acción, solo la inacción”.

Podemos y tenemos que promover un mejor crecimiento hoy, mañana, y juntos.

Gracias.

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